"Amigo" (original). Capítulo tres: "Tiempo" [Blogs colaboradores]

¡Heeeeey!

Here I am. XD Me ha gustado mucho este capítulo (O: no es como si el primero o el segundo no me hayan gustado, tho), he de decir. Introduzco a un nuevo personaje que terminó siendo bastante diferente a lo que originalmente tenía pensado para él, pero me gustó mucho.


¿¡Por qué todos mis personajes son tan geniales!? XD Okay, no. LOL Qué humilde.
—Te has vuelto suave, Muerte.
—¿Usted cree, señor?
—Lo veo.
—Oh. Pues, si usted lo dice…

El señor del Tiempo se paseó lentamente entre los distintos relojes de la vida. Su postura recta y su caminar seguro imponían respeto. Muerte lo observó con detenimiento: el traje dorado a juego con los relojes y la arena en ellos, el cabello corto y blanco que se mantenía siempre el orden, siempre en su lugar. Nada se movía sin que Tiempo estuviera al tanto de ello.

Muerte era el escolta de las almas, Tiempo era quien las coordinaba. Los humanos habían entendido mal: no existía tal cosa como el destino; un término más adecuado sería el de “fecha de expiración”, y era él quien indicaba cuándo el plazo de cada alma se había acabado.

Se detuvo junto a un reloj. La arena caía de manera regular dentro de un envase alargado y simple. Elegante.

—¿Cuánto crees que le quede a éste?
—Esa no es mi área, señor. No es parte de mi trabajo ni es de mi interés saberlo.
—¿Y no quieres apostar?
—No realmente.
—Te has vuelto suave, Muerte.
—Me he vuelto menos impresionable, señor. Ese juego me aburrió hace milenios.
—Veinte años, ocho meses, cinco días y diecisiete horas.
—Un buen tiempo.
—¿Tú crees? Apenas tiene veinte. Quizás tendrá familia cuando llegue el momento.
—Quizás.
—¿No te apena?
—Si así fuera, el mío sería un trabajo miserable, señor. —Tiempo rió. Una risa que sonaba irónicamente jovial.
—¿No lo es? —Fue el turno de Muerte de reír.
—Yo lo disfruto gran parte de las veces.

Tiempo siguió caminando. Cada cierto tiempo se detenía frente a un reloj, lo examinaba con cuidado, hablaba al respecto y, sin esperar una respuesta, pasaba a otro.

Le gustaban sus relojes. Todos con formas distintas e historias diferentes en cada grano de arena. Posiblemente nunca sabría dichas historias, pero era divertido imaginar.

—Fui al mundo de los humanos —comentó. Nunca especificaba cuándo: el tiempo era, después de todo, sólo una ilusión. Luego de siglos, se pierde la capacidad para calcularlo con exactitud—. Me emociona la velocidad con la que viven.
—A veces es demasiado rápido.
—Puede ser. Pero ¿qué quieres que te diga? Entre más rápido termine, más espacio tengo para nuevos relojes —exclamó extendiendo un brazo para señalar la habitación donde estaban.

A Muerte lo dicho le pareció cómico. La sala era infinita, el “espacio” no era un problema.

—¡Oh! ¡Mira éste! —Tiempo señaló un reloj de cristal redondeado con una decoración delicada. Un grabado en espiral en los dos pilares que tenía y la figura de lo que parecía una rosa en ambas bases.
—Es de tus favoritos, ¿no?
—Es bello. Sabes…
—Lo sé.
—Es de mala educación interrumpir, Muerte.
—Siempre dices lo mismo, Tiempo.
—Deberías estar acostumbrado entonces. —Se inclinó para ver con más detenimiento al reloj. Luego de unos segundos volvió a hablar, más para sí mismo que para su acompañante—: Cuando el tiempo acaba, algunos relojes caen y se hacen pedazos al estrellarse en el suelo. Otros se elevan y parecen disolverse. Otros, sin embargo, sólo se voltean y comienzan de nuevo. —Levantó la vista—. ¿No te parece fascinante?
—No me interesan los relojes, señor. —Tiempo suspiró.
—¿No te parece fascinante —comenzó a reformular— recoger a la misma alma varias veces sin que ésta te reconozca?
—Todas las almas que vienen conmigo son iguales.
—Oh, vamos. Sé que también son tus favoritas. Las ves, las conoces, pero cada vez son distintas, ¿no? ¿Te hablan?
—A veces.
—¿No te encariñas?
—Sólo cumplo con mi trabajo.
—No mientas.

Tiempo negó con la cabeza en un claro gesto de fastidio. Se dirigió hacia un reloj que no tenía bases o pilares, era sólo un cristal achatado.

—Yo digo que éste se disuelve.
—¿Por qué?
—Sería una pena que se estrellara.
—¿Cómo discutir ante tales argumentos? —preguntó con socarronería.
—¿No tienes trabajo que hacer?
—Oh. Sí. Siempre pierdo la noción del tiempo cuando lo vengo a visitar, señor —aceptó, con el mismo tono.
—¿Sabes? Esa actitud es por la que caes mal.
—Esta actitud es lo que me mantiene… vivo —bromeó.

Muerte comenzó a alejarse, haciéndole un gesto con su esquelética mano en señal de despedida. Antes de que volviera a su trabajo, sin embargo, escuchó la voz de Tiempo.

—Tendrás una noche ocupada.
—Todas lo son.
—Hoy se dan vuelta el reloj de las rosas y el de las alas.
—Lo sé.
—¿Oh, sí? —Fingió sorpresa. Su mano se posó en su mentón, pensativo—. ¿No dijiste que no era de tu incumbencia cuánto les quedaba?
—Si los voy a recoger, tengo que saber que se van, ¿no es lógico? Los que no me interesan son aquellos a los que aún les falta mucho.
—Eres un aguafiestas.
¿Qué les pareció? :D El próximo es el último capítulo. Lo subiré en algunas horas (estaré más o menos atrasada dependiendo de la zona horaria lol).

Ha sido divertido escribir esta historia x3. ¿Ustedes han disfrutado leerla?

Aiko fuera!!

Comentarios

  1. me encato!! esta muy bueno ese dialogo de la muerte y el tiempo...me dejo pensando en muchas cosas es profundo y filosófico :)

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    Respuestas
    1. Wow, ¡Gracias!

      Creo que este capítulo fue el que más distó de lo que tenía en mente, a pesar de que en líneas generales siguió siendo lo que yo quería. <3 Me alegra que te guste. xD Tiempo me agrada.

      Ese par ha tenido mucho tiempo para filosofar, sí xD.

      En fin. x3 Gracias por pasar~.

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